Robin Hood 2025: reseña y análisis de la polémica serie de MGM

Retrospectiva Sherwood: actualización diciembre 2025

El mes pasado Robin Hood regresó a la televisión con una ambiciosa producción del estudio MGM, que cosechó una recepción muy polarizada.

La prensa la respaldó y en un sector del público fue rechazada por los puristas del rigor histórico y los infaltables indignados de la inclusión forzada.

Gente a la que no le interesa en absoluto Robin Hood pero manifiesta en internet su odio porque cuenta con un Little John negro.

La diversidad en esta temática no es nueva y en los ’80 tuvimos un Alan-a-Dale rastafari (¡que además rapeaba!) en la genial serie Maid Marian and Her Merry Men.

Sin ir más lejos, Jamie Foxx encarnó una nueva versión de Little John en la película del 2018 protagonizada por Taron Egerton.

La única diferencia es que hoy el Chernobyl neuronal se convirtió en una epidemia.

Una nueva interpretación del mito de Sherwood

En lo personal me gustó bastante esta nueva propuesta y, aunque no me terminaron de enamorar algunas características que plantea, creo que tiene espacio para mejorar.

Motivo por el cual no la pasé por mi guillotina de series como Alien: Earth y El señor de los anillos.

La producción corrió por cuenta de John Glenn y Jonathan English, responsable como director de la sangrienta Ironclad (Templario), con James Purefoy y Paul Giamatti.

Entre las figuras más conocidas del reparto se encuentran Connie Nielsen como la duquesa de Aquitania y Sean Bean, la gran sorpresa de la serie.

La particularidad de esta versión es que utiliza el formato televisivo para desarrollar con más profundidad el origen del héroe, un tema que no tenía precedentes en la filmografía del personaje.

La serie de 1982, Robin of Sherwood, había explorado un poquito la infancia del protagonista en el piloto, pero enseguida lo establecía como adulto.

Otra novedad importante es que la trama desarrolla la representación de Hood dentro de la cultura pagana, algo que no se había trabajado en versiones previas.

Este es el tema que disparó la polémica entre los puristas del rigor histórico, debido a que los sajones se convirtieron al cristianismo mucho antes que los normandos, por lo que la crianza espiritual de Robin no tiene mucho sentido.

Sobre todo cuando gran parte del conflicto se centra en las tensiones políticas y sociales entre estas facciones.

El tema es que no fue concebida para que los estudiantes de historia desarrollen un ensayo académico, sino como un producto pensado para entretener al público.

Al principio me ilusioné con la idea de que la trama profundizaría más en el aspecto pagano para conectar a Robin con el mítico Green Man de la cultura wicca, pero estaba pidiendo demasiado.

Si bien este elemento está presente —y en algunos momentos se pasan de rosca con la demonización del cristianismo— dentro del argumento ocupa un rol secundario.

El resto del contenido conserva los temas esenciales de la leyenda.

El elenco y los personajes

Dentro del reparto Jack Patten cumple con lo justo como un Robin correcto.
Al actor le falta un baño de carisma y tampoco lo ayuda el perfil dramático que le asignaron al personaje.
Me gustaría creer que esto forma parte de su arco evolutivo y que eventualmente incorporará el espíritu socarrón del héroe.

Los roles femeninos sobresalen más en esta versión y resultaron una grata sorpresa.

Me encantó Lauren McQueen como Marian, quien aquí tiene mucho más peso en el argumento y no queda relegada al rol de “interés amoroso”.
La actriz pudo trabajar el papel con más contenido y aporta una presencia muy sólida dentro del relato.

Otra incorporación interesante es Lydia Peckham como la hija del Sheriff de Nottingham, inspirada claramente en la princesa Aura (la hija del Emperador Ming) de Flash Gordon.
Su inclusión aporta un contraste atractivo con Marian y suma variedad a los roles femeninos.

La gran sorpresa la brinda Sean Bean, quien ofrece la interpretación más humanista del Sheriff registrada hasta la fecha.

El actor se aleja de la caricatura tradicional y eso trae dos ventajas enormes.
Permite disfrutar una versión distinta del antagonista y, además, Bean evita repetirse a sí mismo al encarnar un villano.

Debilidades y cuestiones a mejorar

Un detalle que no me enganchó es la intención deliberada de copiar ciertos elementos de Game of Thrones que no encajan para nada con Robin Hood.

Hay escenas de sexo gratuitas que no aportan nada ni a la trama ni al desarrollo de personajes, y por momentos los realizadores derrapan con el melodrama.

Además, a la serie le lleva una eternidad establecer a Robin.
Los primeros cuatro episodios se sienten espesos y cuesta entrar en ritmo; más adelante la historia levanta, pero el arranque es denso y demanda paciencia

Si esto no fuera una propuesta de Robin Hood, probablemente la hubiera abandonado después de la segunda entrega.

Producción: estética, acción y diseño de época

En los aspectos técnicos, la serie representa una apuesta fuerte de MGM que destaca por su ambientación y un diseño de época que se siente funcional y verosímil. La representación de la acción es dinámica y está filmada con claridad, sin abusar de artificios.

 Otro detalle que suma es el uniforme de Robin, que remite al Green Arrow del cómic de Mike Grell y le da un guiño visual atractivo al personaje.

También se destaca la banda sonora de Federico Jusid, hijo del director Juan José Jusid, compositor responsable de la música de El secreto de sus ojos de Juan José Campanella. Su aporte le da identidad y cohesión al tono general de la serie.

El lugar de Robin Hood 2025 dentro de la Retrospectiva Sherwood

En términos generales, me enganchó bastante y me gustaría ver lo que hacen los realizadores con el héroe ya establecido, ya que gran parte de la temporada se fue en la historia de origen.

Entre los títulos que brindó el personaje en los últimos años, este sobresale entre los más destacados y creo que  vale la pena darle una oportunidad.

Calificación: B+