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Reseña de Amityville: El despertar

Calificación: B-

 El 18 de noviembre de 1983 se estrenó Amityville 3-D (la segunda aparición de Meg Ryan en la pantalla grande) que sería catalogada por la prensa como la peor película de aquel año.

Comparado con las cosas horribles que se hacen en estos días dentro del género, la verdad que no era tan terrible y de hecho hoy es un poco más valorada.

Lo cierto es que los críticos en su momento la aniquilaron y sentenciaron que era el final de la franquicia de Amityville, ya que las historias con esta casa embrujada no daban para más.

34 años después nos encontramos ante el estreno de la entrega número 18 de la saga, que ya hizo historia al brindar la serie más extensa del cine de horror.

En esta oportunidad la película fue producida por el Señor Terror, Jasom Blum, quien actualmente cuenta con el monopolio absoluto del género en los Estados Unidos.

Cerca del 80 por ciento de las cosas que se realizan en Hollywood en estos días provienen de la productora Blumhouse, que sólo en el 2017 estrenó 12 películas.

Entre ellas, las exitosas Split, Get Out y Happy Death Days.

Amityville: El despertar se filmó en el 2014 y hace años que su estreno venía demorado.

Esta nueva entrega de la serie ignora todas las producciones previas y funciona como una continuación directa de la película original de 1979.

Lamentablemente el film no termina de funcionar y es una pena porque el concepto que abordaba era interesante.

Una particularidad de esta propuesta es que incorpora dentro de la trama el fenómeno popular que representa Amityville en el cine.

Es decir, en esta historia los protagonistas son conscientes de la existencia de la saga cinematográfica e inclusive en una escena miran la película original del ´79 dentro de la famosa casa.

Un concepto interesante que le dio un mayor realismo al relato.

El film del director Franck Khalfoun, responsable de la remake de Maniac, ofrece un primer acto muy sólido que se ve beneficiado por las interpretaciones de Bella Thorne y Jennifer Jason Leigh quienes brindan lo mejor de esta producción.

La trama juega con un concepto interesante y explora cómo sería la experiencia de mudarse a la célebre casa de Amityville que es famosa por la saga del cine y los hechos oscuros que ocurrieron en el lugar.

Un enfoque diferente que no se había abordado en las 17 entregas previas.

El misterio que se presenta al comienzo de la historia logra ser atractivo y el relato de Khalfoun está plagado de referencias al film original que inició la franquicia.

La película luego decae por completo cuando el foco del conflicto se aleja de la maldición de la casa para centrarse en un trillado caso de posesión demoníaca en uno de los personajes.

A partir de ese momento Amityville: El despertar se encamina por la típica fórmula de las producciones de Blumhouse con este tema y la intriga que se había construido al inicio se desvanece por completo.

La película se vuelve más trillada y desperdicia el concepto inicial que era original.

Pese a todo, esta producción al menos contó con un buen reparto de actores y llega a ser más decente que las últimas entregas de la saga.