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Un yankee en la corte del Rey Arturo (1949)

Retrospectiva Camelot: Episodio 3

Llegamos a fines de la década de 1940 y por más insólito que parezca el Rey Arturo seguían sin aparecer en el cine hollywoodense.

Al menos con una película que retratara la leyenda clásica.

Dentro de este tema uno de los más grandes clásicos literarias es esa gran joya de Mark Twain titulada, Un yankee en la corte del Rey Arturo, que no en vano hasta la fecha cuenta con 14 adaptaciones cinematográficas.

Una historia en tono de comedia que trabajaba el concepto del viaje en el tiempo y el mito artúrico de un modo original.

El libro fue muy popular desde el momento de su publicación en 1889 y tuvo su primera versión para cine en 1921.

La trama tenía como protagonista a Hank Morgan, un ingeniero norteamericano que tras perder el conocimiento en una pelea era transportado a Inglaterra durante el reinado de Arturo.

Hank era condenado a morir en la hoguera pero salvaba a su vida al aplicar su conocimiento científico y tecnológico del siglo 19. Algo que en la corte de Camelot lo hacía ver como un poderoso hechicero.

Esto generaba los celos de Merlín, que en realidad era un farsante, e intentaba eliminar al forastero que parecía tener poderes reales.

Hank se ganaba el aprecio de Arturo y durante su estadía en Camelot logra establecer reformas políticas y religiosos que convierten a la Inglaterra medieval en un país industrial.

La adaptación para cines de 1949 fue una de las más populares y exitosas que se hicieron en hollywood y tuvo la particularidad que la historia se trabajó a través de la comedia musical.

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Una propuesta del estudio Paramount que tomó el modelo de lo que había sido El mago de Oz, de 1939.

En este caso el protagonista se llamó Hank Martin y fue interpretado por Bing Crosby, una de las máximas estrellas de Holywood de ese momento.

Hace unos años se hizo una encuesta en un medio norteamericano con los actores más taquilleros de la historia del cine y Crosby quedó en tercer lugar luego de Clark Gable y John Wayne.

Cuando hizo esta película se encontraba en el pináculo y era una de los artistas más famoso del mundo.

Esta adaptación es muy divertida y sigue la premisa de la trama de Twain con la particularidad que cada tanto se incluyen números musicales donde Crosby interpreta canciones.

El film carece de la sátira que tenía la novela original si bien el conflicto es el mismo. Esto se debió a que esta producción se concibió para hacer lucir al protagonista y las canciones tenían más pesos que los elementos políticos y religiosos.

No obstante es una película muy divertida donde Crosby tiene muy buenos momentos, cuando no canta especialmente, ya que los temas son algo aburridos.

Algo loco es que pese a que el actor era la máxima estrella de Hollywood en 1949, Crosby insistió a los productores para que se destacara en los créditos iniciales y los afiches a Rhonda Fleming, una hermosa actriz que recién empezaba a llamar la atención.

Esto se debió a que el cantante no quería llevar toda la responsabilidad del éxito o fracaso del film.

La dirección corrió por cuenta de Tay Garnett, quien venía de un gran éxito como fue el policial El cartero llama dos veces (1946).

En este sorprendió con un género diferente donde explotó a la perfección el formaro Technicolor, que se lucía especialmente en la ambientación de Camelot.

La película de Garnett presenta a un Rey Arturo anciano y a los caballeros de la Mesa Redonda mucho más maduros.

A lo largo del film no hay mucha acción con los personajes clásicos y la comedia se centra en las situaciones de enredo en las que se ve envuelta el personaje de Crosby.

La película fue un enorme éxito taquillero y se convirtió en uno de los filmes más taquilleros de 1949.

Con el paso del tiempo Un yankee en la corte del Rey Arturo quedó en el recuerdo como uno de los trabajos más populares de Crosby en la pantalla grande.

Mientras tanto los fans del mito artúrico seguían esperando una película que le hiciera justicia a estos personajes.

El avance de este clásico.