CalifIcación: B

Era inevitable que ocurriera en algún momento.

Finalmente en el 2021 los planetas se alinearon para que el excéntrico de Nicolas Cage se cruzara con el arte y la mente desquiciada del director japonés Sion Sono.

Probablemente el realizador asiático más provocador desde y heredero espiritual de Seijun Suzuki (Branded to Kill), quien alguna vez fue desterrado de la industria de su país en represalia por las obras incoherentes que producía.

Sono es un artista que desconcieta pemanentemente con sus películas, ya sea por los elementos grotezco que incluye dentro del erotismo y el gore o por los dramas intimistas con los que a veces sorprende y nadie espera de su filmografía.

A comienzos del siglo 21 consiguió notoriedad internacional con el film de terror Suicide Club (2001), que obtendría estatus de culto, y desde entonces siempre llamó la atención con sus excesos trabajados con diversos resultados.

Algunas buenas propuesta como Hazard (2005) su incursión en el género gánster, inspirada por el de Martin Scorsese, y otra complicadas de digerir, como Strange Circus, una historia de horror relacionada con el incesto.

Dentro del bizarro también brindó la enfermiza Tokio Gore Police (2008) que es probablemente su labor más popular entre los amantes del bizarro.

Se lo puede amar o destestar con pasión pero nadie puede negra que es uno de los pocos realizadores incoformistas que quedan en la actualidad dentro la producción asiática.

Prisoners of Ghostland es su primer trabajo de habla inglesa  ya para quienes no esten familiarizados con el estilo de Sono probablemente lo abandonarán a los cinco minutos de haberse iniciado el film.

Motivo por el cual no es una propuesta que se pueda recomendar abiertamente a todo el mundo.

Si tienen problemas para lidiar con la narrativas incoherentes o el extremandamente bizarro esto no es para ustedes.

La sinopsis de la trama no podría ser más sencilla.

En la localidad de Samurai Town, un criminal (Cage) es liberado de la cárcel por un señor feudal interpretado por para que encuentre a su nieta adoptiva que desapareció en Ghostland.

Una región maldita contaminada por la radiación que se encuentra habitada por mutantes.

A partir de esa idea el director desarrolla una orgía insana de situaciones delirantes en una película donde el desconcierto es permanente.

El film sigue la línea de champloo que Soino viene explorando en los últimos años, como ocurrió en Tokio Tribe (2014), Tag (2015) y The Virgin Pyschics (2017).

Es decir, nos encontramos ante una producción que es practicamente inclasificable, ya que fusiona diversos géneros a la vez.

En Prisoners combina el spaguetti erstern con el de samuraís, la ópera japonesa, el terror, el animé  y el post-apocaliptico, que toma una notable influencia de Mad Max.

A todo esto se suma la presencia de Nicolas Cage que tiene sus momentos alocados pero con una intensidad menor a la que vimos en Willy´s Adventures.

Dentro del reparto Sofía Boutella y Nick Cassavettes tiene algunas escenas para sobresalir pero en general están limitados a roles secundarios.

Si bien el film cuenta con alguno baches narrativos que la alejan de ese rítmo frenético que tuvieron otros filmes de este realizador, toda la iconografía de ese mundo de fantasía en el que se ambienta el relato es fascinante.

Desde lo técnico tiene un trabajo muy inspirado en la fotografía, diseño de producción y los vestuarios extravagantes que le aportan una identidad muy especial a las locaciones de Samurai Town y Ghostland,

Tal vez faltó darle un poco más de rienda suelta al humor de Cage y para mi gusto también más ritmo a la narración, pero con todas esa debilidades sigue siendo un exponente creativo superior a mucha basura hollywoodense que se estrena en estos días.

Si estás familirizado con el cine de Sono probablemente te resulte más simpática la experiencia.

 

 

Notas relacionadas

7 comentario en “Reseña de Prisoners of the Ghostland”
  1. Es una película en la que te regalo tener que ponerle una nota, como bien decís es tan inclasificable que tratar de amoldarla a una calificación tradicional parece imposible aun teniendo en cuenta que cada nota es subjetiva.
    En líneas generales coincido con tu visión aunque particularmente yo sentí que los baches el director los utilizaba para que uno creyera durante al menos dos o tres minutos que estaba acomodado y así darte un sopapo nuevo para volver a perderte.
    Quizás lo mas desconcertante de la cinta es lo único que en otra cinta mas tradicional seria el leimotiv de la misma y es la critica anti nuclear y hacia la corrupción política que acá se siente como un agregado no forzoso pero si desubicado.

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