La saga del Precinto 87: un recorrido imprescindible de Ed McBain
Después de nueve años, finalmente logré completar la lectura de la saga del Precinto 87 de Ed McBain.
Son 55 novelas, publicadas entre 1956 y 2005, que convirtieron esta obra en una de las series más extensas de la literatura policial.
En el caso de esta franquicia, no hubo un cierre definido. La última entrega, Fiddlers, fue la novela que McBain alcanzó a publicar antes de morir de cáncer de garganta en 2005, producto de su adicción a la nicotina. No había planeado cerrar la saga con esta historia; simplemente era una propuesta más con sus clásicos personajes, hasta que su salud se complicó.
Historias que perduran
Dentro del género, McBain rompió con todos los convencionalismos de las historias clásicas de detectives al crear el subgénero de los procedimientos policiales.
Los relatos estaban protagonizados por el personal de una comisaría, en la ficticia ciudad de Isola, muy parecida a Nueva York. La rutina para resolver los casos estaba basada en técnicas reales implementadas por la policía estadounidense.
Mucho antes de que surgiera la serie CSI, McBain dio visibilidad a peritos forenses y expertos en balística, que no existían en las novelas clásicas de Raymond Chandler o Dashiell Hammett.
En ese sentido, Cop Hater, la primera entrega, fue revolucionaria: cambió la forma de abordar el género.
El Santo Grial de mi biblioteca es un ejemplar original de la primera edición de ese título, publicada en Estados Unidos en 1956. Al sostenerlo, no causa una gran impresión: tiene el formato de la típica novela pulp de la época.
La serie del Precinto 87 surgió para ocupar el nicho dejado por Perry Mason a fines de los años ’50, en la editorial Pocket Books. McBain firmó un contrato por solo tres libros, y a raíz del éxito continuó trabajando con estos personajes hasta su fallecimiento en 2005.
Una de las razones del éxito comercial es que, a diferencia de los tipos duros de la novela negra, como Mike Hammer de Mickey Spillane, los detectives del Precinto 87 no parecían arquetipos.
Stever Carella, Bert Kling, Hal Willis, Roger Havilland y Arthur Brown eran personas corrientes, que el público sentía que podía encontrarse en cualquier comisaría de Nueva York. Nunca se desempeñaban como héroes hollywoodenses, ni lidiaban con el melodrama oscuro de James Ellroy; incluso sus tribulaciones personales eran asuntos cotidianos.
El héroe de la colección no era un individuo, sino un equipo de trabajo. Carella se convirtió en el favorito por ser un padre de familia empático, pero nunca fue la estrella: era un integrante más del ensamble creado por McBain.
Los policías envejecen a un ritmo más lento, como en los cómics de superhéroes. Por ejemplo, los mellizos de Carella nacen en 1957 y en 2005 aparecen como adolescentes. McBain no le daba importancia, en parte porque no quería desprenderse del reparto clásico consolidado con los lectores.
Isola a través del tiempo
Si seguimos la cronología, se descubren los cambios culturales, políticos y sociales de Estados Unidos durante cinco décadas. Las referencias musicales y cinematográficas siempre estaban asociadas a obras icónicas o debates públicos.
En Fiddlers, por ejemplo, se menciona la polémica de La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, estrenada en 2004.

No todas las historias fueron brillantes. McBain usaba la franquicia como laboratorio de experimentos: a veces funcionaban, otras veces, no. Recuerdo una novela infumable donde los policías eran un cameo y el relato se centraba en pandilleros irrelevantes.
Aun así, el balance de la serie fue positivo. Su esplendor fue entre 1956 y 1972, con buenos momentos hasta fines de los ’80, y un nivel más irregular en los ’90 y el inicio del siglo XXI.
El último ciclo no fue malo, pero las tramas se volvieron más genéricas, en parte porque McBain ya no sabía qué inventar.

Fiddlers, el tomo final, gira en torno a un asesino serial que elige víctimas de 50 años. Los policías del Precinto 87 enfrentan intensa presión mediática para resolver un caso complicado.
La novela es muy entretenida y sobresale en el último período de McBain, aunque sin ser la última entrega probablemente hubiera pasado como otra más de la colección.
Llegó el momento de despedirme de estos personajes que me brindaron horas de gran entretenimiento y que seguramente volveré a encontrar en futuras relecturas.
Me cansé de recomendar esta serie: no tiene la difusión que merece y es una joya subestimada del género policial.
Se consigue en Amazon, Mercado Libre, el puerto literario de Jack y en librerías de la calle Corrientes.
Para el orden cronológico de la saga, visitá Goodreads.
Adiós a los muchachos del Precinto 87 y gracias por tanto, McBain.

Sé que puede ser una obviedad, pero que el policía de ficción de Los Simpsons se llame McBain debe ser un homenaje. Desconocía estos libros la verdad, si no fuera porque vos los nombraste acá y la de veces que habré pasado ahí por Corrientes entre Callao y 9 de Julio y seguro me crucé con alguno y por desconocimiento, no lo compré
Muy posible arquero.
Fallecio Robert Redford.