Reseña de Artemis Fowl

Calificación: D+

Siempre me gustó el cine de Kenneth Brannagh.

Gracias a él me interesé por las obras de Shakespeare y es un actor que se lo disfuta muchísimo en el cine.

Lo que hizo con la serie policial Wallander fue fantástico la recomiendo si nunca la vieron.

Lamentablemente (y lo escribo con tristeza) no tengo argumentos para defenderlo en su nuevo trabajo como realizador.

Artemis Fowl no sólo representa la peor labor de su carrera sino que quedará en el recuerdo entre las mayores mediocridades en la historia del cine live action de Disney.

Probablemente a la par de esa película horrenda que fue A Wrinkle in Time, que llegó a las salas en el 2018.

Queda la sensación que el estudio se anticipó al desastre comercial que se avecinaba y atenuaron los daños con el estreno de esta producción en la plataforma Disney +.

Aunque las reacciones negativas que recibió esta propuesta por parte del público y la prensa en Estados Unidos no se pueden refutar con ningun argumento que tenga sentido, hay un tema que no puedo dejar de mencionar.

Artemis Fowl era una película muy complicada por la naturaleza del personaje que presenta.

Esta saga literaria, concebida por el escritor irlandés Eoin Colfer, surgió en el 2002 durante la invasión de los clones de Harry Potter en las librerías, que trataban de explotar una fórmula parecida.

En su momento llegué a terminar el primer libro y nunca pude continuar con la serie porque me pasó una situación muy extraña que jamás había experimentado con ninguna otra novela en mi vida.

Durante el transcurso de la lectura se gestó en mí un profundo desprecio hacia la figura del protagonista.

Artemis Fowl me pareció un imbécil desde su presentación y con el desarrollo de la trama terminé por detestarlo.

Un mocoso malcriado con delirios de grandeza, que roza por momentos la condición de sociópata, de temperamento frío y calculador, que supuestamente aspira a trascender como una mente criminal brillante con tintes de anti-héroe.

No, es un simple idiota criado por un padre permisivo que carece de carisma.

Sin embargo como el flaco tine un perfil «oscuro» sus defensores lo consideran una genialidad.

Por ese motivo no es sencillo constuir una saga para el cine cuando la obra original tiene como protagonista a un personaje de estas características.

Recuerdo otra cosa que me molestó profundamente del libro en su momento, que fue el tratamiento de la hadas, quienes operaban como una especie de comandos paramilitares, con una dependencia absoluta a una tecnología pedorra salida de una película de Spy Kids.

En Disney trataron de hacerlo un poco más afable al pendejo nefasto pero no funcionó porque terminó por adquirir menos personalidad de la que ya poseía en la literatura.

Si bien el material original no era apasionante la realidad es que a Kenneth Branagh no le importó en absoluto el mundo de Artemis Fowl y dirigió un film desapasionado para cumplir un contrato comercial.

Lo extraño es que en el pasado él hizo películas mainstreams de esta clase como Thor o Cenicienta que tenían cine y se notaba su dedicacion en brindar un buen espectáculo.

Acá nos encontramos con un caso similar al de Aladdin donde cuesta asociar el nombre y el arte de Brannagh con la persona que dirigió este bodrio.

Inclusive al relanzamiento fallido de Jack Ryan, con Chris Pine, le puso mucha más onda que a este proyecto.

Artemis Fowl es profundamente aburrida y no hace el menor esfuerzo por conseguir que el espectador se entusiasme con el mundo de fantasía que se presenta, ya que todo se siente forzado y sin inspiración.

El proyagonista tiene la personalidad de una ameba y nunca hace nada por justificar su rol de niño genio y criminal brillante, En parte debido a que se pasa toda la película encerrado en su casa, mientras busca un artefacto pedorro para salvar el mundo.

La trama empieza mal de entrada con Josh Gad ( un actor que no suele caerme bien) en el rol de un falso Hagrid que habla como el Batman de Christian Bale y se la pasa explicando cosas en la historia.

Una especie de Doctor Exposición que intenta cautivar, sin éxito, al espectador en este mundo de fantasía.

Luego encontramos a una bizarra Judi Dench, en el rol de una hada autoritaria, que por razones inexplicables habla como si hubiera consumido botellas de grapa y habanos durante años.

No tengo idea que quiso hacer la actriz con la voz del personaje pero quedó muy rara y no termina de funcionar. Tampoco la ayuda el vestuaario ridículo que le dieron.

A la película le falta aventura y todo el conflicto se desarrolla de un modo acelerado con secuencias de acción desapasionadas.

Desde los aspectos técnicos en general los efectos especiales estuvieron correctos, salvo por unas breves escenas con el falso Hagrid donde faltó una pulida.

Lo único rescatable de Artemis Fowl y el motivo por el que le doy una D+ en lugar de una D es la labor de Lara McDonnell, como el hada Holly, cuya simpatía y carisma hizo posible que pudiera llegar hasta el final.

Dentro del reparto es la única figura que le puso ganas y energía a su labor. Ojalá pueda seguir trabajando en Hollywood porque es una chica que tiene talento y levanta mucho este somniferó cinematográfico.

Muchas veces ocurre que después de trabajar en un fiasco a estos pibes no los vuelven a contratar en los grandes estudios, cuando la culpa no es de ellos.

Un claro ejemplo es lo que le pasó a Dakota Blue Richards tras el estreno fallido de La brújula dorada, quien terminó directamente desterrada de la industria. Hoy labura cuando puede en series de televisión con personajes secundarios.

En la pelicula de Brannagh, Lara McDonell es la única figura notable dentro d un reparto donde todos se desempeñan en piloto automático.

Ferdia Shaw , el protagonista, la verdad que no es un buen actor y tuvo que lidiar con un personaje que encima no despierta pasión de multitudes.

En resumen, una producción mala que se limita a ofrecer una mediocre historia de origen con una saga que quedará probablemente en la nada, como le ocurrió a Eragon, Las crónicas de Spiderwick, Inkheart y otras propuestas literarias que no trascendieron en el cine.