Charles Starkweather y Caril Fugate: el juicio, el mito y la leyenda
Celebridades
«Pensó que lo habíamos herido mortalmente, por eso se detuvo en el camino. Esa es la clase de cobarde que es ese hijo de puta», declaró en los diarios el sheriff de Converse County, Earl Hefflin, tras la detención de Charles Starkweather y Caril Fugate en la ciudad de Douglas.
Tenía razón.
El asesino había frenado el Packard negro de repente al ver que chorreaba sangre de un costado de su cabeza. Cuando la ventana estalló por el disparo, un trozo de vidrio le hizo una herida en una oreja.
El delincuente se asustó y cuando se detuvo, lo atraparon. Scarface había tenido un final más digno en el cine, pero esto no era una película, y la caída del criminal fue así de tonta y simple.
Estados Unidos sufría una conmoción nacional. Los asesinos seriales más jóvenes en la historia de ese país habían sido detenidos, y durante el año siguiente ocuparon las tapas de los diarios y los noticieros de televisión.
En 1958 los norteamericanos atravesaban grandes cambios culturales protagonizados por una nueva generación de adolescentes que en el arte se atrevían a desafiar el sistema.
Elvis Presley causaba revuelo en la música, mientras que James Dean y Marlon Brando atraían a multitudes con producciones como Rebelde sin causa y The Wild One. Ambos retrataban a jóvenes rebeldes, solitarios y confundidos que se enfrentaban a la Ley.
Cuando los periodistas descubrieron que el asesino de Nebraska era una imitación de James Dean —que caminaba esposado con su campera negra de cuero, jeans gastados, botas de cowboy y un cigarrillo colgando de los labios— la prensa se hizo un festín.
De la noche a la mañana Charles y Caril se convirtieron en las celebridades más famosas del país, y aunque cueste creerlo, contaban con numerosos seguidores entre los adolescentes.
Los chicos no los veían como criminales, sino como dos rebeldes que habían tenido las agallas para jugarse la vida por amor. Se habían enfrentado a la Ley y a sus padres, y ahora pagaban el precio por ello.
Por supuesto, la historia real era muy distinta, pero los medios alimentaron la imagen de los “rebeldes asesinos” y toda una histeria sobre la decadencia de la juventud. La realidad es que para la policía la investigación fue complicada: los delincuentes presentaban versiones contradictorias de los hechos.
Caril culpó de todos los crímenes a Charles y afirmó que había sido rehén del psicópata, amenazada de muerte. Según su testimonio inicial, recién se enteró del asesinato de su familia cuando llegaron a la ciudad de Douglas. Starkweather, en su primera declaración, la desligó de los homicidios, pero al enterarse de su traición, la convirtió en cómplice.
Un ejemplo fue el caso de Carol King, la adolescente brutalmente apuñalada, que según Charles fue asesinada por Caril porque la joven había mostrado interés en él. La verdad es que cambiaron tantas veces sus versiones que nunca se sabrá qué ocurrió exactamente con algunas víctimas. Lo único irrefutable es que en los escenarios de los crímenes se hallaron huellas de ambos.
Los detectives no creyeron en la inocencia de Caril y procesaron a la pareja por homicidio en primer grado y robo. Tenían dos opciones: la cámara de gas de Wyoming o la silla eléctrica de Nebraska. Eligieron su estado natal, sin saber que en Wyoming se hubieran salvado, ya que el gobernador no avalaba la pena de muerte.
Nadie se los advirtió.
Charles y Caril enfrentaron juicios separados. Starkweather reconoció la autoría de los asesinatos de la familia Fugate sin problemas. Sus abogados intentaron declararlo loco, sin éxito. En su confesión, además, afirmó que su novia lo alentaba y era cómplice, complicando su defensa.
Finalmente, el 25 de junio de 1959, a los 19 años, fue enviado a la silla eléctrica. Sería el último ejecutado por esa vía en Nebraska. Su último deseo fue que sentaran a Caril en sus rodillas durante el shock eléctrico. Tras la ejecución, un médico comprobó que había muerto minutos antes del impacto, víctima de un paro cardíaco.
Caril Ann Fugate, de 14 años, no recibió la pena de muerte.
Ni la policía ni el jurado creyeron su inocencia y recibió cadena perpetua. Fue enviada al correccional de menores de Nebraska, donde se convirtió en prisionera modelo.
Por su buena conducta, obtuvo libertad condicional en 1976, tras 18 años de encierro. Se mudó a Lansing, Michigan, trabajó como enfermera y nunca volvió a hablar del caso.
Cine

Badlands (1973): ópera prima de Terrence Malick (La delgada línea roja), protagonizada por Martin Sheen y Sissy Spacek. Es la mejor película sobre estos hechos. En Springsteen: Música de ninguna parte se muestra un fragmento de esta producción.
The Sadist (1963): producción clase B que adaptó libremente los hechos en el género el terror.
Robó, huyó y lo pescaron (1969): comedia de Woody Allen que parodia la historia, donde el director interpreta a Virgil Starkwell, un ladrón fracasado.
True Romance (1993): guion de Quentin Tarantino, dirigido por Tony Scott, con Christian Slater, Patricia Arquette, Brad Pitt y Christopher Walken.
Kalifornia (1993): dirigida por Dominic Sena, con Brad Pitt y Juliette Lewis, también inspirada en este caso.
Murder in the Heartland (1993): gran adaptación televisiva con Fairuza Balk y Tim Roth.
Asesinos por naturaleza (1994): clásico de Oliver Stone que analiza el rol de la prensa en la glorificación del crimen.
Starkweather (2004): versión pobre y olvidable estrenada en video.
LITERATURA

Stephen King tuvo una importante obsesión de joven con este caso a tal punto que llegó armar una carpeta con todos los artículos que habían salido en los diarios.
El escritor aseguró en una entrevista que Charles estuvo muy presente dentro de su obra durante buena parte de su carrera. Los ejemplos más notables se registraron en su novela épica The Stand.
Dentro de la historia, el personaje de Randall Flagg es un compañero de la escuela secundaria de Starkweather y The Kid, directamente es la reencarnación del delincuente.
MÚSICA

En su primer trabajo solista de 1982, Bruce Springsteen escribió la canción Nebraska donde narra esta historia desde el punto de vista del asesino.
Originalmente el tema se iba a llamar Starkweather, pero lo cambió por el nombre del estado que finalmente tituló el disco. Por lejos, una de sus canciones más oscuras y siniestras.
Billy Joel incluyó al asesino entre las grandes personalidades del siglo 20 en su excelente canción
We Didn’t Start the Fire.
Hace unos años, cuando ocurrió la masacre en la secundaria Columbine (Estados Unidos),
Stephen King hizo una analogía brillante entre los chicos que mataron a sus compañeros y
Charles Starkweather con la que estoy totalmente de acuerdo.
El escritor decía que el único motivo por el que Charles no mató a sus agresores en el colegio se debía a que recién pudo acceder a las armas cuando dejó la escuela; si no, lo hubiera hecho antes. Un día toda la furia que tenía acumulada, producto de las humillaciones y cargadas a las que fue sometido de chico, explotó y ya no hubo vuelta atrás.
Los asesinos de Columbine sufrían la misma soledad y desprecio que Starkweather y eventualmente también explotaron.
En los años ’50 culparon a los filmes de James Dean, Marlon Brando y al
rock and roll. En el siglo 21, a los videojuegos y la música de Marilyn Manson.
¿Alguien se encargó de contener a los estudiantes que eran marginados? Nadie.
Por supuesto, con esto no justifico sus acciones —que son totalmente repudiables y merecían un castigo—, pero lo que siempre me impactó de esta historia es que hasta la etapa de la adolescencia Charles y
Caril tuvieron vidas normales, sin problemas; a diferencia de otros asesinos seriales cuyas vidas
estuvieron marcadas por una infancia traumática.
Jeffrey Dahmer y Charles Manson son dos ejemplos contundentes.
La analogía de King es interesante y, cuando uno conoce este caso, no puede dejar de pensar cuántos pibes sufrirán actualmente en las escuelas las mismas clases de humillaciones y todavía no se toparon con el perrito de peluche que los haga estallar.
Esta fue la historia de Charles Starkweather.
Hola Hugo. Totalmente de acuerdo con los que decis en el último párrafo. Saludos