ArtículosInformes

Retrospectiva Sherwood: Las aventuras de Robin Hood (1955)

Dentro del fenómeno de Robin Hood que cobró popularidad en la década de 1950, el único actor  que consiguió obtener la misma notoriedad que Errol Flynn en este rol fue Richard Greene.

Al igual que ocurre con Tarzán y otros héroes populares, cada generación tiene su encarnación predilecta.

En el caso de Robin la versión favorita escogida por la gran mayoría del público de los años ´50 suele ser Greene, quien fue protagonista de una exitosa serie de televisión producida por Hannah Weinstein.

Una artista comunista que tuvo que refugiarse en Inglaterra tras la persecusión que sufrió en Hollwood por sus ideas políticas.

Por entonces Richard Greene era recordado por su interpretación de Sherlock Holmes en la adaptación de El sabueso de los Bakersville que hizo el estudio Fox en 1938.

Como le ocurrió a muchos actores, tras la Segunda Guerra Mundial le costó reinsertarse en la industria del entretenimiento y este proyecto salvó su carrera.

La serie de Robin Hood fue un enorme suceso internacional que además estuvo acompañado de numerosos productos de merchandising que contribuyeron a asociar la imagen del artista con el justiciero inglés.

A raíz de su éxito, en 1956 la productora luego se concentró en el mito artúrico para desarrollar el programa Las aventuras de Sir Lancelot.

Especialmente en Europa hay toda una generación de espectadores que te lincha si te metés o críticas a Greene, ya que fue el ídolo de su infancia.

No obstante, en lo personal considero a este actor una de las peores encarnaciones en la filmografia de Hood.

Richard Greene es a Robin lo que Johnny Weissmuller representó a Tarzán, que siempre me pareció patético y mucha gente por alguna razón lo adora.

Mi problema con esta representación del héroe es que Greene para mi gusto convierte al personaje en un ñoño.

La serie se titula Las aventuras de Robin Hood y todos los roles secunadarios se lucen, menos el protagonista que es un bodrio.

El actor lo encarna como un boy scout medieval, siempre bondadoso, con modales correctos, que carece de esa rebeldía asociada con esta leyenda popular.

Tampoco lo ayudó que su desempeño en la acción fuera bastante pobre.

El Robin de Disney de 1952 encarnado por Richard Todd se lo come crudo en este aspecto y representaba mejor esa irreverencia que debe estar presenta en la personalidad del héroe.

En esta serie el protagonista se pasa de bonachón y me aburre mucho.

La paradoja de esta cuestión es que los personajes secundarios levantan muchísimo el programa.

Se destacan especialmente entre ellos dos integrantes.

El Little John ciruja de Archie Duncan es estupendo y nos recuerda que los hombres de Sherwood no eran un grupo de monaguillos.

Un Dato loco con respecto a este artista es que hasta la fecha es el único actor que llegó a encarnar un héroe y un villano dentro de esta temática.

Duncan fue uno antagonistas principales de la película de Disney (era el asesino del padre de Robin) y en esta producción estaba en el equipo de los buenos.

En la cuarta y última temporada, la serie mejora muchísimo con la incorporación de Patricia Driscoll como una aventurera Lady Marian, quien se convierte en una renegada más de Sherwood y tiene más onda que el protagonista.

Una particularidad interesante de esta serie es que durante el período de Macartismo en los Estados Unidos, la producción de Hannah Weinstein funcionó como un refugio laboral para todos los guionistas perseguidos en Hollywood.

La mayoría de los escritores que intregraban la lista negra de proscritos terminaron trabajando en esta serie de Robin Hood con pseudónimos.

Durante las primeras temporadas la trama sigue la historia clásica que siempre se trabajó en el cine y luego el progama aportó relatos originales.

Durante los últimos dos años, entre 1958 y 1959, Las aventuras de Robin Hood presentó alegorías políticas con críticas a la era del presidente norteamericano Dwight Eisenhower.

Un ejemplo contundente los encontramos en el décimo episodio de la tecera temporada titulado, The Angry Villagers, que hace referencia a la paronoía comunista en los Estados Unidos y la división que esa persecusión generaba en la sociedad, donde se buscaban traidores en cualquier parte.

Esta producción también quedó en el recuerdo por la canción de los créditos inciciales que convirtió en un clásico con el paso del tiempo.

En 1991 tras el suceso de la película con Kevin Costner se editaron tres películas que recopilan arcos argumentales de la serie y el programa también se pudo conseguir en colores.

Las aventuras de Robin Hood se emitió originalmente en 1955 y 1959 y constó de 143 capítulos.

A continuación pueden ver un video con la canción de la serie.

 

 

 

2 comentarios en «Retrospectiva Sherwood: Las aventuras de Robin Hood (1955)»

  • Me gustaría que Disney volviera a hacer este tipo de trabajo y dejar de lado lo políticamente correcto.
    Reitero lo que puse antes, incluso los peores trabajos de Disney en esas épocas dejan en ridículo lo actual.
    Como decía Merlín y Arquímides: hoy en día se privilegia la ignorancia y no el conocimiento ( merlin) o el sentido común (arquimides).

  • Otra vez recurro a mi memoria como en el caso de Flint, yo me acuerdo que en los 70s habia una serie de Robin Hood que daban por TV seguramente era esta. Yo era chico y me gustaba, asi como la del Llanero Solitario, la de Daniel Boone o la del Zorro.

Los comentarios están cerrados.