Crónicas policiales

Herbert Mullin: El hippie asesino

ÚLTIMA PARTE.

La muerte de Fred Perez representó una macabra señal de rendición del asesino.

Estaba cansado y había decidido renunciar a su misión.

La policía no tenía una mínima pista que pudiera explicar sus crímenes.

El homicidio de Perez se desarrolló en en un escenario totalmente diferente. Cuando Herbert Mullin mató a Mary Guilfoyle se aseguró de buscar un lugar solitario para que nadie lo viera desmembrar el cadáver.

Lo mismo ocurrió con la familia Francis. Mató a la mujer y sus hijos porque eran testigos que sabían que él se había dirigido a la casa de Jim Gianera, a quien ejecutó junto con su esposa.

La calle donde asesinó a Fred Perez era transitada y varios vecinos vieron claramente como Mullin le disparaba a un pobre viejo que jamás le había hecho daño a nadie.

La gente pudo indentificar claramente el número de patente del auto y llamaron a la policía.

En minutos Herbert consiguió lo que quería.

Un patrullero enseguida lo alcanzó y le pidió que se hiciera a un lado en el camino.

Como un buen ciudadano educado Mullin obedeció cada orden con mucha tranquilidad. Sabía que esa noche no iba a volver a su casa.

Los problemas no terminaron para la policía con la captura de Mullin. Recién comenzaban.

El tipo estaba totalmente pirado y a los investigadores no le fue fácil indagar al psicópata.

En el departamento de Herbert encontraron una Biblia, una biografía de Einstein, quien había muerto un 18 de abril y el asesino estaba obsesionado con esa fecha,  una agenda con la direccion de Jim Gianera, el revolvér que había utilizado y artículos periodísticos sobre los últimos crímenes ocurridos en Santa Cruz.

Sin embargo lo más desconcertante para los investigadores fue una nota que Herbert había escrito horas antes de cometer su último homicidio.

«Que se sepa a las naciones de la Tierra y las personas que lo habitan, este documento tiene más poder que cualquier otro medio escrito antes. Una tragedia como lo que ha sucedido no debería haber ocurrido y debido a esta acción que tomo de mi propia voluntad estoy haciendo posible que se produzca de nuevo.  Mientras pueda estar aquí tengo que guiar y proteger a mi dinastía».

La policía comprendió enseguida que no se trataba de un delincuente cómun. Era un asesino psicótico que había perdido sus facultades mentales.

Mullin empezo a hablar y de a poco fueron constuyendo los hechos.Inclusive expresó con detalles las conversaciones telépaticas que había tenido con sus víctimas y los mensajes que había recibido de su padre que un tiempo después se hicieron públicas.

Más allá de sus alucinaciones, la información que había brindado de las víctimas era correcta. Cuando las huellas digitales que se encontraron en la escena del crimen del padre Tomei coincidieron con la de Mullin supieron que habían dado con el asesino.

Sin embargo, había un problema.

La naturaleza de los crímenes de Mullin no parecían tener relación con los cuerpos decapitados que estaban apareciendo en las rutas.

Mullin se hizo cargo de lo que había hecho con el cadaver de Mary Guilfoyle pero no reconocía a las otras personas desaparecidas.

La policía comprendió entonces que había otro asesino serial suelto en la ciudad y no tenían ninguna pista.

Como declaró el Fiscal de Distrito Peter Chang en los medios, Santa Cruz se había convertido en la capital mundial del crimen.

Herbert Mullin era noticia nacional en todos los noticieros del país y esto desilucionó a Edmund Kemper.

La noche anterior había decapitado a su madre y una amiga de ella, había tenido sexo con los cadáveres y practicó la puntería con dardos con una de las cabezas.  Todo para nada.

Hacía meses que decapitaba mujeres y nadie le prestaba atención. Al igual que Mullin se cansó y decidió presentarse el mismo en una comisaría para confesar los crímenes que había cometido.

En un hecho que no tiene antecentes en la historia del crimen dos asesinos seriales terminaron encerrados en la misma prisión, en celdas contiguas.

La relación de los delincuentes fue un desastres desde el inicio.

A Kemper le gustaba cantar y esto impedia que Mullin se concentrara en sus meditaciones.

Para Edmund, Herbert era un hijo de puta de sangre fría que habían matado gente al azar sin sentido. Un vago sin clase.

Para Mullin, Kemper era un maníaco sexual, que mataba gente porque no podía entablar relaciones normales con mujeres, mientras que él había intentado salvar al mundo.

Cuando empezaron acusarse entre sí que se habían copiado los lugares para esconder los cadáveres la policía finalmente decidió separarlos.

El caso de Mullin es interesante porque mientra que Kemper tenía una relación enferma con su madre a la que acusó de todas sus males, Hebert transfirió la culpa a su padre.

Lo acusó de ser un asesino en serie responsable del terremoto de San Francisco y de haber ordenado telepáticamente el suicidio de su amigo Dean Richardson.

Sin embargo los fiscales del caso se negaron a comprar tan fácil los problemas mentales de Mullin.

Para la fiscalía el asesino no había cometido todos los crímenes de manera impulsiva.

Cuando asesinó a la familia Francis lo hizo sabiendo claramente que eran testigos que lo podían complicar a él en la muerte de Jim Gianera y su esposa.

También sabía que al matar a Fred Perez frente a tantos testigos su captura iba a ser inminente.

Sus primeros homicidios fueron inducidos por el uso de drogas donde manifestó la relación de amor y odio que tenía con su padre.

Sin embargo el resto de los asesinatos se habían desarrollado con la intención de la venganza. Cuando fue rechazado del ejército su furia hacia los hippies y las personas que lo habían introducido en la drogas se canalizó de la peor manera.

La defenza del criminal intentó sostener que Herbert tenía sus facultades mentales alteradas pero no pudieron refutar las pruebas que marcaban en algunos crímenes la premeditación.

El 19 de agosto de 1973 Herbert Mullin fue declarado culpable de homicidio en primer grado por las muertes de Jim Gianera, su esposa, Kathy Francis y sus hijos, mientras que por los ocho asesinatos restantes recibió la condena de homicidio en segundo grado ya que el Jurado entendió que fueron más impulsivos, producto de sus problemas mentales y el uso de drogas.

Mullin recibió la cadena pepetua en la prision estatal de Mule Creek y podría acceder a la libertad condicional en el 2025, a los 78 años.

En este tiempo que pasó encerrado se supo poco de él ya que no dio entrevistas y su caso quedó en el olvido.

Se sabe que pasa su tiempo pintando cuadros (en la segunda imagen pueden ver una de sus obras) y escribiendo poesía.

Cabe destacar que esta historia le trajo en su momento problemas a Ronald Reagan, que luego se convirtió en Presidente de los Estados Unidosy definió al caso Mullin como un «error psiquiátrico», ya que tal vez no lo diagnosticaron bien sus primeros médicos.

Por supuesto el asesino no hubiera cometido los crímenes si hubiera recibido la atención necesaria en los hospitales psiquiátricos que él ordenó cerrar por cuestiones de presupuesto.

Tras el caso Mullin los legisladores de California sacaron una ley para impedir el cierre de  este tipo de instituciones.

Es importamte destacar que Herbert no cometío los crímenes porque sufriera esquizofrenia, que es un enfermedad que tiene tratamiento y las personas que la padeceno suelen convertirse en asesinos seriales.

Los médicos que lo investigaron a Mullin después llegaron a la conclusión que como otros asesinos en serie su problema era que sufría un desorden de personalidad anti-social que es mucho más dificil de tratar, ya que la única solución que se encontró hasta ahora es la de aislar a la persona de la sociedad por el peligro que representa.

Esa es la causa que genera que muchos criminales que padecen esta enfermedad no puedan salir de prisión porque los médicos saben que eventualmente volverían a repetir sus historias.

Si Mullin hubiera sido tratado a tiempo y el estado de su páis no lo hubiera dejado a la deriva sin ninguna contención por cuestiones presupuestarias todas las muertes sin sentido que ocasionó se podrían  haber evitado.

Esa fue la historia de Herbert Mullin, el hippie asesino de Santa Cruz.

11 comentarios en «Herbert Mullin: El hippie asesino»

  • Muy bueno Hugo! la espera valio la pena.

  • Tremenda historia. Y gran narración. Me conecté más temprano y retorné a las 15.00 hs para encontrar el desenlace!

    Volveré para leer las otras historias de A.S. y disfrutar del blog. ¿Nadie intentó llevar a Herbert Mullin al cine?

    Carlos

  • Es genial cómo entrelazaste las dos historias, ¡magistral!
    Muy interesante y estoy de acuerdo con tu conclusión final.

    Abrazo!

  • Excelente Hugo, como siempre, da gusto leer tus informes.
    Te hago una pregunta, tenemos antecedentes de sucesos similares en nuestro país?

  • No Javier salvo por el caso de Robledo Puch en los ´60 y el Petiso Orejudo a principios del siglo 20 no existen casos similares. Pero ninguno de esos casos se acerca a la locura que tenían esta clase de tipos, ni son historias complejas.
    Argentina no es un país con cultura de asesinos seriales.Los tres países que más cantidad de casos registran son Estados Unidos, Inglaterra y Rusia.

  • Recien termino de leerla, muy interesante como se cruzaron los asesinos. Me voy a leer la nota de Kemper de nuevo!

  • Te preguntaba de curioso, no por le morbo que genera…

    Vos sabes que una vez leí algo que se dio en la época de la Alemania nazi, casi seguro que no era justamente en Alemania, pero se dio de un asesino serial que achuro muchísima gente y los nazis lo taparon por la vergüenza que fue al régimen…

    Me voy a poner a buscar bien data de este tema, asi no parece que divago como el abuelo simpson…

  • Sí, conocía esta historia.
    Es muy loca porque técnicamente nunca hubo una sola prueba concreta de que este tipo fuera el asesisno. Al verdadero asesino tal vez nunca lo detuvieron.

  • Exacto! Donde yo lo habia leido originalmente, quedaba abierta lo duda si realmente el tipo era o no el asesino, debido entre otras cosas a su retraso y a que principalente fue le quien confeso.

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