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El camino a Oz y la tiranía de los pequeños lectores

El camino a Oz: Donde se relata cómo Dorothy Gale de Kanzas, Shaggy Man, Button Bright  y Policromía, la hija del Arco Iris se encuentran en un camino encantado y viajan a el  Maravilloso País de Oz  es un ejemplo contundente de lo que ocurre cuando un escritor se vuelve esclavo de sus lectores.

La quinta entrega de la saga de Oz es probablemente uno de los peores trabajos en la carrera de L. Frank Baum que nació bajó la presión de los editores y los niños que pedían más historias con estos personajes.

En la actualidad ningún escritor del planeta podría publicar una historia como esta, ya que en la sociedad en que vivimos algunos elementos podrían resultar algo polémicos. En breve me encargaré de explicarlo.

No obstante, para entender esta decepción es importante conocer la circunstancias que generaron la novela.

El Mago de Oz le dio fama y fortuna a Baum desde el momento en que se publicó por primera vez en 1900.

Sin embargo el éxito también resultó una maldición para el artista, quien nunca pudo hacer otra cosa que no estuviera relacionada con el mundo de Oz.

Si bien escribió muchas otras cosas en su carreras, donde creó otros mundos fantásticos y buenas historias como La vida y aventuras de Santa Claus, todo esos libros fueron fracasos comerciales.

A los pequeños lectores de comienzos del siglo 2o no les interesaba otra cosa de Baum que no tuviera que ver con Oz y todas esas obras quedaron en el olvido.

El escritor recibía mensualmente centenares de cartas de niños de todo el mundo pidiendo más libros y sumado a la presión de los editores que explotaban a los personajes en productos de merchandising, la presión que tenía Baum era enorme.

Por lo general cada novela incluye una nota del autor donde presenta la historia.

En el sexto libro se lo nota claramente decepcionado por el hecho de no poder escribir otras cosas, aunque rectifica su compromiso de no decepcionar a los chicos.

El camino a Oz resultó una novela hecha sin ganas por presión de los lectores y la editorial y es una prueba que en el mundo creativo no se pueden forzar las cosas.

El libro presenta tres nuevos personajes que se concibieron para sumar más productos de merchandising.

Sin embargo la maniobra comercial fracasó, ya que a los niños sólo les interesaba Dorothy, Totó, la princesa Ozma, El espantapájaros, el Hombre de Ojalata y el León Cobarde.

Baum en este caso ofreció uno de sus trabajos más lisérgicos que incluyes personajes disparatados, cuyos comportamientos carecen de sentido.

Una de las nuevas figuras de esta historia hoy se convirtió en un personaje algo controversial.

Me refiero a el Shaggy Man.

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Un viejo senil que viste como un ciruja y claramente representa en su filosofía de vida el prototipo del hippy que recién aparecería en la sociedad 60 años más tarde.

Es justo destacar que Baum con esta creación estuvo completamente adelantado a su tiempo.

La trama comienza con el Shaggy Man en Kansas en busca de un pueblo llamado Butterfield.

En el camino se encuentra con Dorothy y le pide si le puede indicar la dirección a ese lugar. La niña le explica el camino a seguir pero como el viejo no entiende decide acompañarlo.

Acá tenemos el primer elemento raro que hoy en el 2016 no podría ser publicado. Que una niña acepte caminar sola con un desconocido es un mensaje equivocado.

Si a esto le agregamos que el Shaggy Man tiene un amuleto mágico que obliga a todas las personas que se acercan a él a que «lo quieran» entonces entramos en un terreno más delicado.

En la actualidad no existe editor en el mundo que dejaría pasar esta cuestión en la literatura infantil.

El Shaggy Man es un viejo optimista que nunca se comporta de manera inapropiada con Dorothy pero no deja de hacer ruido. En 1909 el mundo era completamente diferente y estas cosas no llamaban la atención.

En el 2016 resultan elementos que generan su discusión. En lo personal estoy de acuerdo con muchos fans de la saga de Oz en que el personaje genera cierto rechazo y su «Imán del Amor» es raro.

El Espantapájaros y el Hombre de Hojalata siempre son cariñosos con Dorothy pero todos el mundo los acepta porque son tipos nobles, sin embargo el mismo comportamiento en el viejo ciruja por alguna razón genera ruido.

La verdad que no me gustó el Shaggy Man, quien no tiene un rol definido en este conflicto y luego termina completamente opacado con el regreso de los personajes clásicos.

Otra creación que se adelantó al movimiento hippy de los años ´60 es Policromía, la hija de Arcoíris.

Se trata de una hada etérea que viste un vestido multicolor y baila en lugar de caminar.

Poli, como luego la llama Dorothy, es un chica dulce y divertida por el hecho que nunca para de bailar. Este personaje fue muy bien recibido por los lectores y luego apareció en más novelas.

Las novedades se completan con Button Brith, por lejos la creación más irritante en la carrera de Baum.

Button es un niño algo idiota que se encuentra con Dorothy en el camino a Oz y sólo pronuncia una frase ante cualquier situación: «No lo sé«.

Hacia la mitada de la novela el pibe se hace odiar con sus palabras y genera más tedio en este relato.

El problema de esta propuesta es que se trata de una novela sin conflicto donde no sucede nada hasta los últimos episodios.

Dorothy y los tres bizarros personajes viajan a Oz para el cumpleaños de Ozma y durante el 70 por ciento de la novela, Baum describe distintos escenarios y criaturas bizarras que se cruzan con los protagonistas.

Recién con la aparición de todas las figuras clásicas el libro se hace un poco más llevadero.

Sin embargo la ausencia de un conflicto y personajes nuevos que no tienen una función definida en la historia, generan que la lectura de esta entrega se vuelva tediosa.

Se nota claramente que Baum escribió la obra sin ganas para cumplir un compromiso comercial y el resultado final es decepcionante.

Cabe destacar que el libro disminuyó notablemente el contenido violento que habían tenido los episodios previos y retomó el espíritu infantil con el que fue concebida la serie.

Afortunadamente Baum mejoró notablemente la calidad de su trabajo en la siguiente entrega que concibió como en el final de las historias de Oz.

Sin embargo el enorme éxito de esa historia generaría que el artistas siguiera expandiendo la saga hasta el momento de su muerte.