Animación

Laputa: El Castillo del cielo

Laputa: El Castillo del cielo es un gran film del director Hayao Miyazaki, de 1986, que representa la primera producción oficial de los Estudios Ghibli.

Por motivos obvios relacionados con el lenguaje en países de habla hispana se estrenó con el título de Lapuntu y en otros lugares directamente como El Castillo del cielo.

El nombre de Laputa era una referencia a la famosa novela de Jonathan Swift, «Los viajes de Gulilver», que también presentaba en su trama una isla flotante que se llamaba de esa manera.

Esta es una gran película de animación que se centra principalmente en la aventura y la fantasía, sin tanto dramatismo ni alegorías como se pueden encontrar en otros trabajos del director.

Laputa siempre me pareció la versión personal de Miyazaki de «La Isla del Tesoro», de Robert L. Stevenson.

La trama es muy Stevenson, donde no están ausentes los piratas, con ladiferencia que se adapta a los mundos de fantasía que Hayao suele crear.

El film se sitúa a finales del siglo 19, en un universo alterno donde la tecnología aérea es mucho más avanzada.

Pazu es un joven obrero que un día encuentra a Sheeta, una chica que posee un extraño collar que le permite levitar y es perseguida por una banda de piratas y un grupo de militares.

El collar que la protagonista usa es un elemento clave para encontrar la isla flotante de Laputa con la que Sheeta está de alguna manera conectada.

Miyazaki en este film no pierde demasiado tiempo en las introducciones de los personajes y se enfoca desde las primeras escenas en la acción, que no para hasta el final.

Pazu y Sheeta emprenden una carrera contra el tiempo para descubrir antes que sus perseguidores la misteriosa isla y  la aventura domina por completo la histioria.

Hay una buena combinación también de humor, romance y suspenso, pero todos se trabaja desde una óptica mucho más simple, en comparación con otros trabajos del director, para que los más chicos puedan también engancharse con la historia sin terminar confundidos.

Laputa es por lejos una de las historias más accesibles de Miyazaki con la que el espectador que no es aficionado a la animación japonesa se puede entretener sin problemas.

Hoy es considerada un clásico importante del animé que significó el punto de partida para el que en mi opinión es el mejor estudio de animación del mundo.

Una gran recomendación para los que nunca la haya disfrutado todavía.